…Ya estoy aquí con mi café, ¿Que huele bien decís?, es un truco que luego os contaré, aunque solo de puede aplicar en cafeteras de estilo italiano.
¿Por dónde iba?... Ah sí, pues bien, dejamos el instituto atrás y entramos en la universidad, nuestros 18 años nos marcan un hito importantísimo, la mayoría de edad y con ella, no se sabe muy bien cómo, el café se implanta en nuestra vida. Si bien el primer semestre sirve para conocer tanto el funcionamiento de la universidad, y sobretodo, para hacer nuevas amistades, ¿qué mejor manera que con un café después de las dos primeras clases?, pues eso, que si un cortado y un donuts, un café con leche y un croissant o un solo y una pasta de chocolate. Si vuestra experiencia es similar a la mía, ese fue el primer café de los miles que tomasteis o tomaréis en vuestra carrera universitaria.
A partir de aquel primer café para conocer a los nuevos compañeros se pasa al café matutino 5 minutos antes de empezar las clases, al café después de comer, al de la tarde al salir y muchos otros que, sin saber muy bien cómo, te acompañan en los buenos y malos momentos, en las jornadas de estudio pre-examen, en la tarde del último día de clase (bueno quizá aquí mejor unas cervezas, pero de eso ya hablaremos en otra ocasión), en las campanas que hicimos (cantidad a convenir), cuando no viene el profe de turno, y cuando, porque no, apetece una tacita bien calentita mientras os explicáis que ayer vuestro amigo pilló una cogorza que no se aguantaba de pie.
Me atrevería a decir que al acabar la universidad nuestra relación con el café madura y se hace más estable. Solemos tener marcados unos horarios para tomarnos un café: el de la mañana que no falte, a media mañana “el social”, quién sino el café hace que hables con tu jefe como si le explicaras un chiste a un colega, y así ya seguimos con el de después de comer, quizá de los que mejor sienta y para terminar nos encontramos con el café “dilema”, porque al proponerlo hay quien dice: -Sí, como no!, pero también los hay que dicen: -No, que luego no me duermo, o –No, que me acostumbro y luego la cafeína no me hace efecto, o hasta –No, yo por la tarde me tomo una infusión…
Así que ya veis, el mundo del café en un mundo, y en mi mundo el café no falta… y que no falte!!!
Truco Posdata: en las cafeteras de estilo italiano, las de toda la vida que tenían vuestras madres y seguramente tengáis vosotros (a no ser que os hayáis pasado a la Nespresso, comodones... yo se la regalé a mi madre, pero en mi caso prefiero hacermelo yo tradicionalmente) si queréis que os salga el café con más aroma, más cuerpo y mejor gusto, el secreto está en calentar el agua antes en el microondas hasta casi punto de ebullición y a continuación verter el agua en la cafetera y esperar a que suba el café. La explicación es que al hacerlo de esta manera el tiempo que la cafetera, y por tanto el café, está en el fuego es mucho menor y no se quema, por lo tanto mantiene muchomás sus propiedades únicas.
Como no, el café debe guardarse en la nevera y justo sube en la cafetera removerlo con una cucharilla antes de verterlo en los vasos para homogeneizar el brebaje.
Creado y Escrito por: Sr. Pink Floyd
Una aportación más:
Sí, huele bien..huele mejor de lo que sabe..pero, sí ¡es amargo!
Pero huele bien..huele a sonrisas de verano, como el hielo ofuscado por el líquido oscuro en una mesa metálica; huele a complicidades-a-media-tarde: a cucharilla de crema de leche con canela en la mesa del fondo a media tarde.
Huele a sucedáneo: a maíz tostado en época de escasez, a achicoria molida del colmado que hace estraperlo,...
Dicen que los camareros son capaces de conocer cómo es una persona por el tipo de café que toma. Pero eso, eso es otro café...
Tender Epithelium